miércoles, 16 de noviembre de 2011

Los expertos en obesidad están equivocados


Los expertos en obesidad están equivocados

Hay una idea fundamental en lo tocante al peso y la obesidad: se nos dice que engordamos porque ingerimos más calorías de las que quemamos. Es la hipótesis de la GULA y la PEREZA: comemos demasiado y hacemos muy poco ejercicio. Esto suena lógico y parece innegable, pero en realidad es una tontería porque no nos dice NADA relevante acerca de por qué engordamos. Si subo mucho de peso, es obvio que debo haber comido en exceso. Pero, ¿Por qué comí más de la cuenta? Bueno, ésa  es una pregunta que no puedo responder, no con la teoría sobre el aumento de peso basada en la entrada y salida de calorías.

Algunas personas reaccionan ante lo que planteo como si estuviera cuestionando las leyes de la termodinámica. No las pongo en duda; solo digo que son irrelevantes. Si estas engordando, es que estas ingiriendo más calorías de las que quemas. Está bien, pero, ¿Por qué? hay una hipótesis alternativa muy sencilla: no engordamos por comer en exceso; comemos demasiado porque la manera en que se regula nuestro tejido adiposo ha sufrido un trastorno.


Las dietas no funcionan

En los últimos 40 años, los estudios han mostrado que reducir la ingestión de calorías no tiene un efecto clínicamente significativo. Los expertos afirman que la gula y la pereza son los culpables del aumento de peso, pero también dicen que ninguna dieta funciona, así que se dedican a crear fármacos anti obesidad para ganar millones.
No debe de sorprendernos que las dietas no funcionen. Las personas obesas se pasan la vida tratando de comer menos. Algunas se dan por vencidas y piensan: esto no tiene remedio, así que voy a pasármela bien. Lo cierto es que, en la mayoría de los casos, se puede definir a una persona obesa como alguien a quien comer menos no le sirvió. Entonces, si un médico te dice que comas menos, ¿Qué beneficios puede aportarte?
Si ingieres menos calorías tendrás hambre todo el tiempo. Es un hecho. Pero lo que también sucede es que ajustas tu gasto de energía a esa reducción. Estudios importantes indican que si se reduce la ingestión de calorías, las células queman menos energía. Por esta razón los investigadores de la obesidad, cuando deciden ser honestos, reconocen que reducir calorías no sirve.

Es imposible contar calorías

Las autoridades de salud pública nos exhortan a practicar el “equilibrio de energía”, la nueva manera de decir que no debemos ingerir más calorías de las que quemamos. Entonces ¿Qué implica el equilibrio de energía?

Si ingieres unas 2700 calorías al día (cantidad común que se promedia a hombres y mujeres), eso suma casi un millón de calorías al año, o 10 millones en una década. En el transcurso de 10 años consumes unas 10 toneladas de comida, y si aumentas nueve quilos de peso cada década, pasaras de ser delgado a los 25 años de edad a ser obeso a los 45. ¿Cómo puedes equilibrar la entrada y salida de calorías para no subir más de nueve kilos en 10 años? La respuesta es: no rebasar un límite de 20 calorías al día. Si ingieres 20 calorías extras al día y se acumulan en tu tejido adiposo, aumentaras nueve kilos cada década.

Lo cierto es que nadie puede equilibrar la entrada y salida de calorías con tanta precisión. Veinte calorías equivalen a un trozo de hamburguesa, a un par de tragos de coca-cola o, incluso, a unos cuantos mordiscos de manzana. No importa lo bueno que seas contando calorías: no podrás hacerlo. Entonces, si practicar el equilibrio de energía realmente es la manera de evitar la obesidad, ¿Por qué no todos estamos obesos?

El ejercicio no te mantendrá delgado

Los expertos en nutrición están tan interesados en hacernos bajar de peso mediante ejercicio, que olvidan el hecho de que cuanta más energía gastamos, más hambre nos da. Imagina que te invito a cenar a mi casa, y que hago que un chef, un  repostero y un carnicero gourmet preparen un apetitoso menú de 12 platos.

Dos cosas que probablemente harías antes de ir a mi casa serian no almorzar nada y ejercitarte un poco. Incluso podrías pensar: vive a dos kilómetros de mi casa, así que me iré caminando. Cuando llegue, ya tendrá hambre, ¿cierto? La ironía es que las dos cosas que se recomiendan para bajar de peso, comer menos y hacer más ejercicio, son justo las que de forma natural nos abren el apetito.

Si analizamos los datos de los estudios sobre la obesidad y ejercicio. Veremos que no existen pruebas convincentes de que el ejercicio tenga algún efecto sobre el peso. De acuerdo  con las directrices del Colegio Estadounidense de Medicina Deportiva y de la Asociación Estadounidense de Cardiología, es razonable suponer que, si haces más ejercicio, tendrás menos probabilidades de subir de peso con el tiempo. No obstante, esas mismas directrices indican que, hasta el momento, los datos para sustentar esta hipótesis no son del todo convincentes. La hipótesis tiene 100 años, así que, si los datos aún no son convincentes, podemos estar casi seguros de que es incorrecta.

Sin embargo existe una manera de bajar de peso

Nuestras madres crecieron con la convicción de que los carbohidratos y los almidones refinados (pastas, papas, pan, dulces, arroz y maíz) engordan. Y así es: estos alimentos nos hacen subir de peso. Los dulces tal vez sean los menos peores, junto con las combinaciones de azúcar y agua, desde jugos de fruta hasta refrescos de cola. La razón es que los carbohidratos refinados elevan el nivel de insulina.

Desde principios de los años 60s, los científicos saben que la insulina es la principal hormona reguladora del tejido adiposo. Esto no es un motivo de controversia. Si buscas en los libros de texto de endocrinología por qué engordan las células adiposas, encontraras que la insulina provoca eso de diferentes maneras, si después indagas sobre el tema de la obesidad, encontraras que las personas engordan porque comen demasiado y hacen muy poco ejercicio. Hay una desconexión total entre la ciencia básica y las causas de la obesidad humana.

Los investigadores deben tener mayor atención al control y regulación hormonal y la regulación enzimática del tejido adiposo.

Es necesario comer alimentos que mantengan bajo el nivel de insulina

Tendemos a pensar en nuestras células adiposas como una cuenta bancaria, donde el organismo deposita el exceso de calorías en forma de ácidos grasos, que no usamos hasta que nos estamos muriendo de hambre. Pero el tejido adiposo más bien se parece a una billetera, y cada comida es como ir a un cajero automático. Sabemos cómo usar esta máquina, y una vez que guardamos el dinero en efectivo en la billetera, lo gastamos poco a poco; cuando baja mucho, volvemos al cajero. Sin embargo, la insulina bloquea el dinero de la billetera, así que tenemos que ir otra vez al cajero. Las células adiposas se van poniendo cada vez más gordas, pero no podemos llegar hasta los ácidos grasos depositados en ellas. Entonces nos da hambre y volvemos a comer.

Si te resulta muy difícil bajar de peso, no es culpa tuya

En los últimos 40 y 50 años, la investigación sobre la obesidad ha sido básicamente un intento de explicar –de manera velada- por qué las personas obesas no tienen la rectitud moral de las personas delgadas. Esto es sumamente dañino e imperdonable, pero sigue siendo lo aceptado por al sociedad. Muchísimos médicos se niegan a atender pacientes obesos porque piensan que eso significa lidiar con personas que sencillamente no les importa hacer lo que ellos recomiendan: comer con moderación y hacer ejercicio.

Cuando voy por la calle y veo una persona obesa, lo único que pienso es que tiene un trastorno hormonal.

No toda la gente engorda por comer carbohidratos; el aumento de peso tiene que ver con la sensibilidad de las células a la insulina y, específicamente, con la sensibilidad de las células adiposas en comparación con la de las células musculares. Sin embargo, un enorme porcentaje de personas obesas subieron de peso debido a los carbohidratos de su dieta. Si has sido gordo mucho tiempo, reducir el consumo de carbohidratos tal vez no te haga esbelto, pero te ayudará a adelgazar hasta donde sea posible.

¿Cabe hacer advertencias? Sí. Algunas personas se sienten faltas de energía mientras su cuerpo se ajusta a esta forma de comer y es por eso que es necesario contar con la asesoría médica profesional que nos ayude a pasar por este trance de la mejor manera.


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