martes, 20 de abril de 2021

"La sociedad del cansancio"

 

Byung Chul Han y sus obras entre ellas

La sociedad de trabajo y rendimiento no es ninguna sociedad libre. Produce nuevas obligaciones. La dialéctica del amo y el esclavo no conduce finalmente a aquella sociedad en la que todo aquel que sea apto para el ocio es un ser libre, sino más bien a una sociedad del trabajo, en la que el amo mismo se ha convertido en esclavo del trabajo. En esta sociedad de obligación, cada cual lleva consigo su campo de trabajos forzados"

El exceso de positividad nos está conduciendo a una sociedad del cansancio. Esa es una de las principales tesis del filósofo Byung-Chul Han. El autor asegura que vivimos en una sociedad del rendimiento en la que no hay lugar para la negatividad; llevamos nuestro cuerpo al límite para llegar a todas las metas que nos proponemos, aunque eso conlleve al agotamiento extremo. Han cree que este ritmo de vida se traduce en trastornos neuronales de todo tipo como la depresión, el trastorno por déficit de atención con hiperactividad, o el síndrome del trabajador quemado.

Por qué lo recomendamos: Byung-Chul Han se ha convertido en una de las voces filosóficas más destacadas de los últimos años. A lo largo de su obra, el autor ha ofrecido siempre un punto de vista muy crítico de la sociedad hiperconsumista y neoliberal en la que vivimos. En 'La sociedad del cansancio', Han nos lleva a reflexionar sobre nuestro modo de vida, sobre cómo nos han convencido de que podemos (y debemos) alcanzar nuestros objetivos y que no hay lugar para el fracaso. Un estilo de vida que consigue, precisamente, todo lo contrario: una sociedad de depresivos y fracasados. Nos encontramos ante una obra que plasma a la perfección las paradojas y contradicciones de nuestra sociedad; un ensayo imprescindible para replantearnos, entre otras cosas, el concepto que tenemos de libertad.

El libro aquí reseñado titula La sociedad del cansancio, del filósofo surcoreano Byung-Chul Han (Seul, 1959). Después de haber abandonado la carrera de metalurgia, Byung-Chul Han viajó a Alemania con la intención de estudiar literatura. Ya como residente, optó por el estudio de la filosofía en Friburgo y de literatura alemana y teología en la Universidad de Múnich. Su tesis de doctorado (1994) versa sobre Heidegger (Heideggers Herz. Zum Begriff der Stimmung bei Martin Heidegger / El corazón de Heidegger. Sobre el concepto de temple en Martin Heidegger). Trabaja como profesor de Filosofía y Estudios Culturales en la Universidad de las Artes de Berlín. Entre sus obras se cuentan los siguientes títulos:

 

Todesarten. Philosophische Untersuchungen zum Tod (München, 1998); 

Martin Heidegger. Eine Einführung (München, 1999); 

Philosophie des Zen-Buddhismus (Stuttgart, 2002); 

Tod und Alterität (München, 2002); 

Hyperkulturalität. Kultur und Globalisierung (Berlín, 2005); 

Was ist Macht? (Stuttgart, 2005); 

Hegel und die Macht. Ein Versuch über die Freundlichkeit (München, 2005); 

Gute Unterhaltung. Eine Dekonstruktion der abendländischen Passionsgeschichte (Berlín, 2006); 

Abwesen. Zur Kultur und Philosophie des Fernen Ostens (Berlín, 2007); 

Duft der Zeit. Ein philosophischer Essay zur Kunst des Verweilens (Bielefeld, 2009); 

Agonie des Eros (2012); 

Transparezsgesellschaft (2012); 

Psykopolitik (2014); 

Die Errettung des Schönen. Muchas de estas obras han sido traducidas al español por la editorial Herder.

 

La sociedad del cansancio de Han se compone de siete textos, el primero juega el papel de proemio, los restantes cinco son el desarrollo, y el último vale como una conclusión.

El primero de estos textos, su proemio, ha sido también el prólogo a la sexta edición alemana de El Prometeo cansado de Kafka. En este proemio Han afirma que el sujeto contemporáneo es un sujeto de rendimiento, un sujeto que se autoexplota. En lengua española, 'rendimiento' significa el producto o utilidad que rinde o da alguien o algo; también la proporción entre el producto o el resultado logrado y los medios utilizados; además, cansancio o falta de fuerzas; sumisión, subordinación y humildad; finalmente, obsequiosa expresión de la sujeción a la voluntad de otro en orden a servirle o complacerle. Según Han, el mito de Prometeo se puede interpretar como una escena del aparato psíquico del sujeto actual, que se violenta a sí mismo y se pone en guerra consigo mismo. "En realidad, -dice Han- el sujeto de rendimiento, que se cree en libertad, se halla tan encadenado como Prometeo. (...) Así vista, la relación de Prometeo y el águila es una relación consigo mismo, una relación de autoexplotación. El dolor del hígado, que en sí es indoloro, es el cansancio" (p. 9). Según el filósofo, Prometeo es la figura originaria de la sociedad del cansancio. ¿En qué consiste ese cansancio? ¿Es realmente posible aceptar que la libertad actual pueda ser paradójicamente una nueva forma de encadenamiento? Estas preguntas son despejadas en los siguientes textos que completan el aquí reseñado libro de Han, y esas respuestas se amplían en el resto de su obra.

El primer texto del desarrollo de La sociedad del cansancio titula "La violencia neuronal" y en él, el filósofo busca alejarse de la interpretación inmunológica de la sociedad, en especial de las explicaciones de R. Esposito y J. Baudrillard. Han inicia su texto con la premisa de que toda época posee enfermedades emblemáticas. Así, habría existido una época bacterial y viral que fue superada por la técnica inmunológica. La época inmunológica se habría caracterizado por la división entre dentro y afuera, el amigo y el enemigo, entre lo propio y lo extraño. La sociedad inmunológica se movería bajo el imperativo de repeler todo lo que es extraño. "El objeto de la resistencia inmunológica es la extrañeza como tal. Aun cuando el extraño no tenga ninguna intención hostil, incluso cuando de él no parta ningún peligro, será eliminado a causa de su otredad" (p. 12). La otredad generaría una enfermedad o una reacción adversa contra la cual la sociedad debería actuar mediante su destrucción. "La autoafirmación inmunológica de lo propio se realiza, por tanto, como negación de la negación. (...) Se ejerce voluntariamente una pequeña autoviolencia para protegerse de una violencia mucho mayor, que sería mortal" (p. 17). La topología inmunológica está marcada por límites, cruces y umbrales, por vallas, zanjas y muros que impiden los procesos de cambio e intercambio universal. Su rasgo fundamental es la dialéctica de la negatividad. El filósofo constata que muchos discursos sociales se sirven todavía del discurso inmunológico, no obstante ese sería un rasgo de la caducidad de ese modelo explicativo. "Que un paradigma sea de forma expresa elevado a objeto de reflexión es a menudo una señal de su hundimiento" (p. 13), afirma él. El fin de la guerra fría habría marcado uno de los momentos de caída del paradigma de la inmunología. El fin de la inmunología también se expresaría en el proceso continuo de desaparición de "la otredad y la extrañeza" (p. 14) y la instauración de la diferencia. "A la diferencia le falta, por decirlo así, el aguijón de la extrañeza, que provocaría una violenta reacción inmunitaria. También la extrañeza se reduce a una fórmula de consumo. Lo extraño se sustituye por lo exótico y el turista lo recorre. El turista o el consumidor ya no es más un sujeto inmunológico". (p. 14). En este sentido, según el ejemplo que él propone, los inmigrantes y refugiados dejan de ser extraños y se convierten en turistas o una carga económica o política. "La desaparición de la otredad significa que vivimos en un tiempo pobre de negatividad" (p. 17).

Según Han, desde un punto de vista patológico, el presente siglo no sería bacterial ni viral, sino neuronal. El autor menciona tres enfermedades características de la época de enfermedades neuronales: el déficit de atención con hiperactividad, el trastorno límite de la personalidad y el síndrome de desgaste ocupacional. Según Han, las enfermedades neuronales no siguen la dialéctica de la negatividad, sino de la positividad. Las enfermedades neuronales consisten en "estados patológicos atribuibles a un exceso de positividad" (p. 18). El rechazo no inmunológico, el rechazo neuronal, estaría dirigido a la sobreabundancia de lo idéntico, es decir, al exceso de positividad. La positividad es lo idéntico, la falta de negatividad. La superproducción, el superrendimiento (laboral, lúdico y sexual) o la supercomunicación son la positividad. La positividad produce violencia. La repulsión frente al exceso de positividad consiste en "una abreacción digestivo-neuronal y en un rechazo. El agotamiento, la fatiga y la asfixia ante la sobreabundancia tampoco son reacciones inmunológicas. Todos ellos consisten en manifestaciones de una violencia neuronal, que no es viral, puesto que no se deriva de ninguna negatividad inmunológica" (p. 19-20). Según Han, la violencia de la positividad no implica ninguna enemistad; sino que se desarrolla precisamente en las sociedades permisivas y pacíficas; es menos visible que la violencia inmunológica. "La violencia de la positividad no es privativa, sino saturativa; no es exclusiva, sino exhaustiva. Por ello, es inaccesible a una percepción inmediata" (p. 23). Esto quiere decir que la violencia neuronal es sistémica, consiste en una violencia inmanente al sistema. El exceso de positividad significa el colapso del yo que se funde por un sobrecalentamiento que tiene su origen en la sobreabundancia de lo idéntico" (p. 23). En este sentido, la hiperproducción, el hiperrendimiento y la hipercomunicación serían la masificación de lo positivo en las sociedades actuales. Esa masificación de lo positivo generaría no tanto restricciones en los sujetos, sino exceso de actividad y libertades. La nueva violencia no proviene de lo extraño y lejano, sino de las múltiples actividades que el sistema ofrece al sujeto. Ese exceso produciría una violencia indolora expresada por el agotamiento, la fatiga y la asfixia del exceso. "Aquella violencia neuronal que da lugar a infartos psíquicos consiste en un terror de la inmanencia" (p.22).

El segundo texto de desarrollo titula "Más allá de la sociedad disciplinaria", y en él el filósofo busca alejarse de la interpretación disciplinaria de la sociedad, en especial de las explicaciones de M. Foucault. La tesis que propone Han es la siguiente: "La sociedad del siglo XXI ya no es disciplinaria, sino una sociedad de rendimiento. Tampoco sus habitantes se llaman ya 'sujetos de obediencia', sino 'sujetos de rendimiento'. Estos sujetos son emprendedores de sí mismos" (p. 25). Han rechaza también la noción de 'sociedad de control'. La sociedad disciplinaria se apoyaría en la negatividad de la prohibición; ya que se caracterizaría por el verbo modal negativo Nicht-Dürfen (no poder) y por su contraparte Sollen (deber). Esto significa que la sociedad disciplinaria se organizaría en torno al no tener la posibilidad o derecho de poder hacer algo, en torno a tener o no permiso para hacer algo; también se organizaría en torno a lo que se debe hacer, en torno a lo que es aconsejable hacer. Por su parte, la sociedad de rendimiento se caracteriza por el verbo modal positivo können (poder); es decir, por la posibilidad de hacer algo, por la capacidad de hacer una u otra cosa, tal vez incluso por la facultad y por saber hacer algo. "(En la sociedad de rendimiento): Los proyectos, las iniciativas y la motivación reemplazan la prohibición, el mandato y la ley. A la sociedad disciplinaria todavía la rige el no. Su negatividad genera locos y criminales. La sociedad de rendimiento, por el contrario, produce depresivos y fracasados" (p. 27).

Siguiendo al autor, se podría afirmar que la sociedad de rendimiento es el resultado de un perfeccionamiento de las sociedades disciplinarias. Según Han, el poder no anula el deber, por lo que el sujeto de rendimiento ya ha pasado por la fase disciplinaria: "El poder eleva el nivel de productividad obtenido por la técnica disciplinaria, esto es, por el imperativo del deber. En relación con el incremento de productividad no se da ninguna ruptura entre el deber y el poder, sino una continuidad" (p. 28).

Según Han, la depresión como enfermedad representativa de la sociedad actual es provocada por la presión por el rendimiento; por ejemplo, el desgaste ocupacional manifiesta 'un alma agotada, quemada'. "En realidad, lo que enferma no es el exceso de responsabilidad e iniciativa, sino el imperativo del rendimiento, como nuevo mandato de la sociedad del trabajo tardomoderna" (p. 29), así como la progresiva fragmentación y atomización social, la carencia de vínculos. El actual sujeto de rendimiento es uno indefenso y desprotegido frente al exceso de positividad, es un sujeto que carece de soberanía. "El hombre depresivo es aquel animal laborans que se explota a sí mismo, a saber: voluntariamente, sin coacción externa. Él es, al mismo tiempo, verdugo y víctima" (p. 30). La depresión "se desata en el momento en el que el sujeto de rendimiento ya no puede poder más" (p. 31). Según Han, el lamento 'nada es posible' emitido por el individuo depresivo solo tiene sentido dentro de una sociedad que promueve la idea de que 'nada es imposible'. Así lo afirma Han: "No-poder-poder-más conduce a un destructivo reproche de sí mismo y a la autoagresión. El sujeto de rendimiento se encuentra en guerra consigo mismo y el depresivo es el inválido de esta guerra interiorizada. La depresión es la enfermedad de una sociedad que sufre bajo el exceso de positividad" (p. 31).

Al final de la sociedad disciplinaria se pudo haber imaginado el advenimiento de una sociedad libre, pero eso no ha sucedido. La supresión del dominio externo ha hecho que libertad y coacción coincidan: "Así, el sujeto de rendimiento se abandona a la libertad obligada o a la libre obligación de maximizar el rendimiento" (p. 32). La violencia de las nuevas sociedades se basa en la autoexplotación del sujeto: "Ésta es mucho más eficaz que la explotación por otros, pues va acompañada de un sentimiento de libertad. El explotador es el mismo explotado. Víctima y verdugo ya no pueden diferenciarse. Esta autoreferencialidad genera una libertad paradójica, que, a causa, de las estructuras de obligación inmanentes a ella, se convierte en violencia" (p. 32). Según Han, la manifestación patológica de la libertad paradójica que caracteriza a la sociedad de rendimiento es el conjunto de las nuevas enfermedades psíquicas.

El tercer texto de desarrollo titula "El aburrimiento profundo", y en él el filósofo se centra en el tema de la atención, la fragmentación y la dispersión de la percepción. Es un texto menos negativo, en la medida en que no busca ya diferenciar su postura, sino más bien dialogar con W. Benjamin, F. Nietzsche y, en especial, con M. Merleau-Ponty. Han afirma: "El exceso de positividad se manifiesta, asimismo, como un exceso de estímulos, informaciones e impulsos" (p. 33) que modifica la estructura y economía de la atención, por lo que la percepción queda fragmentada y dispersa. ¿Cuál es la modalidad preeminente de esta modificación radical de la atención y la percepción? Han parece hallarla en el multitasking. El multitasking se presentaría como la capacidad de realizar muchas actividades al mismo tiempo con la finalidad de una óptima administración del tiempo y la atención. Según Han, esta técnica será una regresión del sujeto, ya que está extendida entre los animales salvajes. Éstos, mientras comen o se aparean, deben mantener alejados a los enemigos y depredadores. Los animales salvajes necesitan de la técnica de la multiactividad, por ello no se hallan capacitados para "una inmersión contemplativa" (p. 34). Los animales no pueden sumergirse contemplativamente, ya que deben ocuparse constantemente del trasfondo. "Los recientes desarrollos sociales y el cambio de estructura de la atención provocan que la sociedad humana se acerque cada vez más al salvajismo" (p. 34). Esto produciría, según el filósofo, un cambio de objetivo; se intensificaría cada vez más la preocupación por la supervivencia en desmedro de la buena vida.

Han recuerda que la cultura requiere un entorno apto para una atención profunda; solo con ella han surgido los logros culturales de la humanidad. En la actualidad se estaría reemplazando la atención por la hiperatención. "Esta atención dispersa se caracteriza por un acelerado cambio de foco entre diferentes tareas, fuentes de información y procesos. Dada, además, su escasa tolerancia al hastío, tampoco admite aquel aburrimiento profundo que sería de cierta importancia para un proceso creativo" (p. 35). Han recuerda algunas palabras de Benjamin en las que se afirma que de la simple agitación nada nuevo se genera, ya que ella solo reproduce y acelera lo que ya existe. Con la falta de aburrimiento se pierde la calma y la relajación; estas últimas son imprescindibles para 'el don de la escucha' por la cual existe una comunidad que escucha. Según Han, a diferencia del andar apresurado, "la danza, con sus movimientos llenos de arabescos, es un lujo que se sustrae totalmente del principio de rendimiento" (p. 37). Han recupera una importante observación de Merleau-Ponty sobre la importancia de la atención en las manifestaciones ambiguas y fluidas: "Justo lo flotante, lo poco llamativo y lo volátil se revelan solo ante una atención profunda y contemplativa. Asimismo, el acceso a lo lato y lo lento queda sujeto al sosiego contemplativo. Las formas y estados de duración se sustraen de la hiperactividad (...) Merleau-Ponty describe la mirada contemplativa de Cézanne sobre el paisaje como un proceso de desprendimiento o desinteriorización" (p. 37). Han subraya la importancia del recogimiento contemplativo, ya que con él se puede llevar algo a la expresión. Han subraya, recordando las palabras de Nietzsche en Humano, demasiado humano: "Por falta de sosiego, nuestra civilización desemboca en una nueva barbarie" (Nietzsche citado por Han, p. 39).

El cuarto texto de desarrollo titula " Vita activa", y en él el filósofo se aleja de la interpretación de H. Arendt sobre la vida activa y contemplativa. Han recuerdo que Hannah Arendt fundamenta la posibilidad de acción en el nacimiento, por lo que cada acción tiene un carácter heroico. Han subraya que, según Arendt, la sociedad moderna aniquila toda posibilidad de acción, ya que tiende a degradar al hombre a un animal laborans, a meros animales trabajadores. Todas las capacidades humanas que la modernidad habría estimulado como una inaudita y heroica activación se transforman en medios de fabricación y acción para el trabajo. Arendt propondría que la modernidad ha terminado aquietando y adormeciendo a los humanos. Han no está de acuerdo con esa interpretación. "La sociedad de trabajo se ha individualizado y convertido en la sociedad de rendimiento y actividad, dice Han. El animal labor ans tardomoderno está dotado de tanto ego que está por explotar, y es cualquier cosa menos pasivo. (...) El animal' labor ans tardo-moderno es, en sentido estricto, todo menos animalizado. Es hiperactivo e hiperneurótico" (p. 45). Han propone otras respuestas a las preguntas de por qué durante la modernidad tardía todas las actividades humanas se han reducido al nivel del trabajo y por qué se ha alcanzado un nivel de agitación tan nerviosa.

En este texto, Han orienta sus respuestas a partir de la pérdida de la creencia en Dios y en la realidad. Ella ha permitido que el mundo y la vida humana se conviertan en algo totalmente efímero: "Nada es constante y duradero. Ante esta falta de Ser surgen el nerviosismo y la intranquilidad. (...) El Yo tardomoderno, sin embargo (a diferencia de los animales), está totalmente aislado. Incluso las religiones en el sentido de técnicas tanáticas, que liberen al hombre del miedo a la muerte y generen una sensación de duración, ya no sirven. La desnarrativización general del mundo refuerza la sensación de fugacidad: hace la vida desnuda" (p. 46). La falta de Dios y la falta de fe en las narraciones biográficas, la falta del sentido de la vida, han conducido al carácter efímero y la nerviosa intranquilidad. "Ante la falta de una tanatotécnica narrativa, nace la obligación de mantener esta nuda vida necesariamente sana" (p. 46). En este punto, Han se aleja de G. Agamben, ya que considera que, en la actualidad, toda vida se ha convertido en una vida sagrada. "A la vida desnuda, convertida en algo totalmente efímero, se reacciona justo con mecanismos como la hiperactividad, la histeria del trabajo y la producción. También la actual aceleración está ligada a esta falta de Ser. La sociedad de trabajo y rendimiento no es ninguna sociedad libre" (p. 48). En esta sociedad de explotación, propone Han, cada individuo debe cuidar de su vida sagrada, y su cuidado se transforma en una nueva manera de autoexplotación: "Así, uno se explota a sí mismo, haciendo posible la explotación sin dominio" (p. 48).

El quinto texto de desarrollo titula "Pedagogía del mirar", y en él el filósofo deriva una pedagogía del mirar a partir de la vida contemplativa. Han inicia su texto recordando las tres tareas que Nietzsche formuló para todo educador, para todo maestro: aprender a mirar, a pensar y a hablar y escribir. Han pondrá su atención en la primera de las tareas. Aprender a mirar significaría "educar el ojo para una profunda y contemplativa atención, para una mirada larga y pausada. Este aprender a mirar constituye la 'primera enseñanza preliminar para la espiritualidad'" (p. 53). Ese tipo de aprendizaje supone el control de los impulsos. Aprender a mirar significaría aprender a decir no a los impulsos: "En cuanto acción que dice No y es soberana, la vida contemplativa es más activa que cualquier hiperactividad, pues esta última representa precisamente un síntoma del agotamiento espiritual. (...) Una verdadera vuelta hacia lo otro requiere la negatividad de la interrupción" (pp. 54-55).

Han clasifica los tipos de actividad. En primer lugar, existe una actividad 'que sigue la estupidez mecánica'; ésta es pobre en interrupciones. La máquina no tiene la capacidad de detenerse, no sabe cuándo detenerse: "A pesar de su enorme capacidad de cálculo, el ordenador es estúpido en cuanto le falta la capacidad de vacilación" (p. 56). En segundo lugar, aparece la rabia ligada a su íntima temporalidad. La rabia, dice Han, requiere detenerse, interrumpir otra acción. "La rabia es una facultad de interrumpir un estado y posibilitar que comience uno nuevo" (p. 56). La rabia y el enfado tendrían la misma relación que el miedo y el temor. El temor se dirige a un determinado objeto, el miedo se refiere al «Ser como tal» (p. 56), ya que puede comprender y quebrantar toda la existencia. Por su parte, la rabia es capaz de negar el todo en su conjunto, ahí radica su energía de negatividad. La rabia representa un estado de excepción. La positivización de la sociedad tendería a absorber toda excepción; por ello, la normalidad es totalizada: "La progresiva positivización de la sociedad mitiga, asimismo, sentimientos como el miedo o la tristeza, que se basan en una negatividad, es decir, que son sentimientos negativos" (p. 57). La actividad mecánica reduce el pensamiento a un mero ejercicio de cálculo; la actividad que se produce al interrumpir la actividad normal, es decir, la aparición de la vida contemplativa, regenera el pensamiento. La vida contemplativa necesita del no, de la interrupción. De ahí que Han retome una importante observación de Hegel: "la negatividad mantiene la existencia llena de vida" (p. 59).

Han recuerda dos formas de potencia. La potencia positiva es aquélla por la que se puede hacer algo. La negativa es, por su parte, la potencia de no hacer, de decir no. La potencia negativa no es impotencia, no es la incapacidad para hacer algo: "La potencia negativa excede la positividad, que se halla sujeta a algo. Es una potencia del no hacer" (p. 59). "La hiperactividad es, paradójicamente, una forma en extremo pasiva de actividad que ya no permite ninguna acción libre. Se basa en una absolutización unilateral de la potencia positiva" (p. 60). Por ello, la negatividad del no (nichtzu) es, afirma Han, "un rasgo característico de la contemplación" (p. 60). La potencia negativa sería un ejercicio que consiste en alcanzar en sí mismo un punto de soberanía, en saber ser centro.

El sexto texto de desarrollo titula "El caso Bartleby", y en él el filósofo se aleja de las interpretaciones teológicas y metafísicas del relato de Melville, en especial de las de G. Deleuze y G. Agamben. Según Han, este relato "refiere un mundo de trabajo inhumano, de habitantes reducidos a animal laborans" (p. 61). Los rasgos característicos del relato serían "la atmósfera lúgubre y hostil de bufete" (p. 61) y la melancolía y la aflicción como temas recurrentes que "configuran la tonalidad fundamental" (p. 62), ya que todos los asistentes del abogado padecerían trastornos neuróticos. Según el filósofo surcoreano, Bartleby presenta síntomas propios de la neurastenia, por ello, su fórmula "I would prefer not to (Preferiría no...) no expresa ni la potencia negativa del 'no-...' (nicht zu) ni el instinto que inhibe y que sería esencial para la 'espiritualidad'. Antes bien, representa la falta de iniciativa y apatía que acaban con la vida de Bartleby" (p. 62).

Según Han, Melville describe una sociedad todavía disciplinaria; por ello, el relato presenta una topografía disciplinar mediante el uso de las palabras muro y muerte. La vida emocional de Bartleby es todavía la de un sujeto de obediencia y no presenta todavía los síntomas de la depresión (sentimiento de insuficiencia e inferioridad o el miedo al fracaso) propia del sujeto de rendimiento: "No se ve confrontado con el imperativo de ser él mismo, signo característico de la sociedad de rendimiento tardo-moderna. Bartleby no naufraga ante el proyecto de ser Yo" (p. 64). ¿Por qué? Porque el trabajo de Bartleby es transcribir, y ésa es una actividad que no permite iniciativas. Este personaje vive en una sociedad de convenciones e instituciones, por lo que no le es familiar el "superagotamiento del Yo que conduce a un depresivo cansancio-del-Yo" (p. 64). Bartleby es un transcriptor que ha dejado de transcribir, es una figura que carece de referencia a sí mismo o a otra cosa, ha dejado de tener mundo, se ha convertido en ausente y apático. Han rechaza la interpretación mesiánica de Agamben, según la cual Bartleby sería "un mensajero angelical, un ángel de anunciación, el cual, sin embargo, 'no afirma nada de nada'" (p. 66); por el contrario, propone que "la existencia de Bartleby es un negativo ser para la muerte" (p. 67). Por ello, el filósofo surcoreano afirma que "'On errands of life, these letters speed to death’ ('Con mensajes de vida, estas cartas se apresuran hacia la muerte') es el mensaje central del relato. Todos los esfuerzos por la vida conducen a la muerte" (p. 68). Han encuentra todavía menos ilusión en el artista del hambre de Kafka, cuya muerte significaría un alivio para los implicados. Según Han, para el artista del hambre "tan solo la negatividad de la negación le da la sensación de libertad" (p. 69). Esa libertad, continúa, es ilusoria, tanto como la de la fiereza de un salvaje animal enjaulado. Aunque no queda muy claro, parecería que Han encuentra en Bartleby y en el artista del hambre el anuncio de la sociedad del cansancio; es decir, encontraría en ellos una "historia del agotamiento" (p. 70) que desmorona al individuo desde dentro y no necesariamente por la presión de los muros externos.

El último texto del libro titula "La sociedad del cansancio", y en él el filósofo señala que "La sociedad de rendimiento, como sociedad activa, está convirtiéndose paulatinamente en una sociedad de dopaje" (p. 7) Han se refiere al dopaje cerebral que actualmente se conoce también como cosmética neurológica, Neuro-Enhancement o neuro-mejora. El dopaje cerebral o neuro-mejora busca la mejoría del rendimiento cognitivo y laboral, potenciar la percepción sensorial, ampliar la memoria, así como desarrollar la agilidad mental mediante regímenes farmacológicos (drogas nootrópicas o drogas inteligentes) y tecnológicos (estimulación eléctrica e implantación de microchips). Según Han, "el dopaje en cierto modo hace posible un rendimiento sin rendimiento" (p. 71) La sociedad disciplinaría habría buscado el potenciamiento del cuerpo; en cambio, según observa Han, la neuro-mejora estaría interesada en que "el ser humano en su conjunto se convierta en una 'máquina de rendimiento', cuyo objetivo consiste en el funcionamiento sin alteraciones y en la maximización del rendimiento" (p. 72). Según el filósofo, esta tendencia produce que la vitalidad misma se reduzca a la mera función y rendimiento vitales.

Han señala que el reverso del aumento del rendimiento y la actividad "produce un cansancio y un agotamiento excesivo" (p. 72). El cansancio y el agotamiento son estados psíquicos que caracterizan un mundo pobre en negatividad. "El exceso del aumento de rendimiento provoca el infarto del alma" (p. 72). Han define el cansancio de la sociedad de rendimiento como una Alleinmüdigkeit. La traductora nos ofrece la idea de un "cansancio a solas, que aísla y divide" (p. 72); también podría traducirse esa palabra como un 'cansancio solitario'. El exceso de rendimiento, el exceso de positividad, pareciera acelerar al individuo a una velocidad menos propia que individual, a una velocidad de aislamiento, de soledad. "Estos cansancios -afirma Han- son violencia, porque destruyen toda comunidad, toda cercanía, incluso el mismo lenguaje" (p. 73).

Han retoma la diferencia entre dos tipos de cansancio sugerida por el escritor Peter Handke en su Ensayo sobre el cansancio (Alianza, 2006). Habría un cansancio elocuente, ya que tiene la capacidad de mirar y reconciliar. Habría otro cansancio sin habla, sin mirada y que separa. El segundo tipo de cansancio está provocado por la positividad y se vive como agotamiento, como autoexplotación y constante superación del sí mismo contra uno mismo. Por su parte, el primer tipo de cansancio consiste en una aminorización del Yo. "Cuando el Yo se aminora, la gravedad del Ser se desplaza del Yo al mundo" (p. 74). Este primer tipo de cansancio brinda confianza en el mundo y abre "un espacio de amistad como indiferencia" (p. 74), un 'entre', en el que no hay dominio ni preponderancia sobre los demás.

Este cansancio restaura la dualidad, así uno ve y es visto, uno toca y es tocado. "Es ese cansancio que hace posible que uno se detenga y se demore. La aminorización del Yo se manifiesta como un aumento del mundo" (p. 74). Siguiendo a Handke, Han afirma que este primer tipo de cansancio es uno fundamental y posee la facultad especial de inspirar y dejar que el espíritu surja: "El cansancio permite al hombre un sosiego especial, un no-hacer sosegado" (p. 75). Como premio del cansancio, el cansado recibe un nuevo tipo de juventud: el asombro del mundo. "El cansancio profundo afloja la atadura de la identidad. Las cosas brillan, relucen y vibran en sus cantos. (...) Esta especial indiferencia les concede un aura de la cordialidad" (p. 76); por ello, el cansancio "hace posible la concepción de una comunidad que no precise pertenencia ni parentesco" (p. 76). Este tipo de cansancio es, pues, un cansancio de la potencia negativa, es un entretiempo, un tiempo de juego, un tiempo de paz; es decir, un tiempo para no hacer algo en específico; un tiempo para hacer nada. "El cansancio desarma" (Han: 78), el cansancio puede reunir; de ahí que Han, siguiendo todavía a Handke, afirme la posibilidad de una "inmanente religión del cansancio" (p. 78) en la que se suprime el aislamiento egológico y se funda una comunidad que prescinde de los parentescos. Parece sugerirse, no como imperativo, sino más bien como un bostezo contagioso entre quienes han terminado de trabajar, que sería reconfortante aprender a cansarnos juntos.

Martín Mercado V

martes, 16 de febrero de 2021

¿Cómo va México a dos años de lopez obrador? o ¿Va bien México?

 

Es una muy buena pregunta y como tal hay que tratarla con respeto, sin tintes políticos ni mucho menos electorales, y eso hace que responderla sea complicado. Y es que ningún gobierno por muy malo que sea, en la realidad o en la percepción, puede NO dejar algo bueno, siempre habrá facciones, grupo de gente que se polariza y dice que no hay nada de bueno y otros dirán que no hay nada de malo, los dos mienten.

Los Tres Golem

 Lo primero que debemos de poner en la canasta de “lo bueno” son lo que yo llamo: “la caída de los tres Golem”, aquellos discursos que armaron argumentos que se construyeron sobre las premisas falsas, a priori, que tenían solo el objetivo de dañar a la reputación vía ad hominem, y que a dos años de gobierno no se han cumplido, es decir, que contrario al efecto pigmalión, donde el joven será exitoso porque venimos repitiéndole toda su vida que el éxito está dentro de él y que solo es cuestión de trabajo duro y esfuerzo para alcanzarlo, el efecto golem se encarga de poner unas expectativas muy bajas sobre alguien (o sobre uno mismo), y esto tiene como finalidad conducir a un peor desempeño de la persona, o gobierno en cuestión.

 El argumento golem principal surgió en 2018 cuando decían que lopez obrador transformaría a México en una sucursal de Venezuela u otra Cuba. ¡No pasó!, y no solo eso, sino que estamos lejos de que eso pase.

El segundo golem: el lema de “primero los pobres” aunque suena a caduco y da un tinte amenazante, tampoco perjudico a la iniciativa privada, y ninguna de las decisiones de esta última es amenazada por ninguna decisión del ejecutivo.

El tercer golem, hoy día no tenemos ningún indicio de la nacionalización de ningún sector, ninguna empresa, ningún changarro, es decir, resulto en otra predicción maliciosamente contada

 

¿Y eso es todo?

 ¡No!, buscando siempre abonar a la canasta de “lo bueno” podemos decir que México…callo y callo sin una sola línea que lo sostuviera a índices muy profundos del PIB. Pero aun con eso NO ES la crisis más cara, la más desgastante o la más trágica. No puede ostentar ese título, que está reservado para la “crisis del 94” también conocida como “el error de diciembre”, término acuñado por el mismísimo innombrable carlos salinas, y en el mundo como “El efecto tequila”

 Crisis que no pudo bien librar Cedillo en su momento, y que término hundiendo a México en una devaluación, que al día de hoy sigue pasando factura. Y que en esa ocasión como en otras tantas fue la administración saliente la Gran culpable que heredo la mala jugada a su predecesora, y que hizo frente de la mejor tecnocratamente manera posible.

Para hacer frente a la emergencia se recurrió a un paquete de rescate que consistió en la inyección al Fondo Monetario Internacional de varios millones de dólares por parte de Estados Unidos y otros organismos internacionales para intentar estabilizar el precio del dólar, que se volatilizo a un 300% desencadenando altas tasas de inflación, así tratar de contener la crisis. La peor jugada fue Zedillo decidió establecer el sistema de libre flotación del peso, el cual llegaría a 7.20 pesos por dólar en tan sólo una semana cuando había prometido a los empresarios sostener el tipo de cambia a 4.00 pesos cuando venía de estar en 3.40 pesos por dólar, gracias a la burbuja de confianza que el mismo carlos se habia encargado de construir junto a su programa de gobierno solidadridad ("solo dar y dar"y ahora se quejan de lopez) 

 Y ¿porque hacer mención de la crisis actual? Y sobre todo ¿Por qué ponerlo en la canasta de lo bueno? Ah! Porque aunque cayó 18.7% (mayor que el 32, 94-95 y 09) no estamos endeudados, no accedimos en automático a el FMI para salid adelante, sé que habrá muchos que no lo entienden, pero, no deber es muy bueno, sobre todo cuando el que te presta te obliga a tomar medidas económicas que no te convienen a ti y si a ellos, porque ellos tienen el sartén por la mano y quieren hacértelo saber, inmiscuyéndose en tu política interna, y no solo la económica.

 El gobierno tuvo tres amortiguadores que, yo digo que de chiripa, lograron atenuar la caída y son: el impulso de la economía (nacido de la no intervención), donde entraron los programas sociales donde y cito: “que terminaron siendo una especie de colchón muy importante, socialmente útiles” Fin de la cita, y tiene razón, y acelerar los proyectos de infraestructura pública con prioridad en contratación de personas y adquisición insumos (pese a los intentos de mucho “cangrejos” de cuello blanco que decían “si me va mal a mí, que le vaya mal a México”

 Entonces,  ¿estamos bien?

La respuesta es muy corta, sí. La explicación es la que es larga, ¿Que no parece mucho?, nunca nos parecerá suficiente cuando lo que hacemos es compararnos con el vecino, con el de enfrente. Y luego el de enfrente, no más es la nación más poderosa del mundo*, con un consumo del 80% de los recursos globales y solo el 3% de población, con un PIB per capital anual de 13,700 euros contra los 1773 en México, sí. Y con un gasto educativo en México de 47.819,6 contra los 654.617,6, sí, si falta mucho para alcanzar esos números, por eso es mejor hacerla comparativa contra uno mismo, contra nosotros mismos, y ahí, aunque la percepción sea otra…. vamos ganando, y si no ganando, vamos saliendo.

La lección

¿Qué lección debemos construir a partir de estos datos?

 Aprendamos a escuchar, sin nacionalismos cegadores, sin la intención de defender a uno o a otro bando politico, que ellos se defienden solos y son mejor que uno para eso. Dejémonos de escuchar los reportes de manera individual y hagamos una reconstrucción de los hechos actuales a partir de los históricos para que la comparación sea mejor construida.

Primero hagamos un análisis de a quien escuchamos, cuáles son nuestras fuentes y que buscan ellos a través de la nota y si estamos dispuestos a que ellos sean los que dirijan nuestra opinión a través de lo que dicen y luego de lo que les creo.

 Muchos nos mintieron, y solo descalificaron esta administración aun antes de llegar, y al final llegó. ¿Por qué? Por sus intereses, por su proyección, sus negocios o por su plato de sopa del día, ¿Por qué? Porque en todos lados hay gente así, minando la vida de los demás con o sin razón, ¿Por qué? Porque hay gente que no cree en México sino solo en función del beneficio económico que puede sacarle a México

 Conclusión

Entonces la pregunta final sería: ¿Va bien México? ¡Sí! como siempre, gracias a muchos y pese a muchos; nosotros debemos fomentar las buenas noticias, pocas pero buenas, nuestro compromiso debe ser por nuestras familias y por México, y recordemos que si a México le va bien, solo así a nosotros nos ira bien.

 Un gran Saludos y Gracias por leer

Arturo Cantu Jiménez, pedagogo.

 

*pero este dato cambiara en 2028

viernes, 12 de febrero de 2021

Falacias lógicas y argumentativas

 

Este tipo de argumentaciones se basan en supuestos a) irreales, b) forzados o c) falseados. Veamos cómo funcionan

 

Las falacias lógicas fáciles de pasar por alto hasta que te topas con ellas. La argumentación y el debate inevitablemente se prestan a razonamientos defectuosos y errores lógicos.

Y muchos de estos errores se consideran falacias lógicas y argumentativas, que pueden llegar a invalidar un argumento por completo y pueden servir como vías de escape para aquellas personas que son incapaces de demostrar sus afirmaciones sin valerse de trampas y artimañas argumentativas.

En este artículo ee explican qué son las falacias lógicas, y te doy una lista de las 10 más comunes para que puedas identificarlas y hacerles frente con eficacia.

¿Qué es una falacia lógica?

Una falacia lógica es un error de razonamiento que invalida un argumento. Una de las características básicas del pensamiento lógico es la capacidad para detectar errores en las conclusiones o en las premisas de un determinado argumento para poder evitar los razonamientos falaces, ya que éstos nos dificultan llegar a conocer la verdad de los hechos y nos hacen más susceptibles a la manipulación y la tergiversación.

Cuando discutimos con otra persona y exponemos nuestro razonamiento, solemos seguir una serie de pasos lógicos; defendemos nuestra postura partiendo de determinadas premisas para llegar a una conclusión, que no es más que la proposición que se defiende sobre la base de las premisas anteriores.

Sin embargo, en ocasiones la discusión se tuerce y se introducen falacias lógicas que invalidan la argumentación de uno de los contendientes, por lo que a partir de ese punto la batalla dialéctica debería quedar suspendida.

Las falacias lógicas y argumentativas son, en definitiva, afirmaciones sin fundamento que a menudo se proclaman con una convicción que las hace sonar como si fueran hechos probados. Sean cuales sean sus orígenes, las falacias pueden adquirir un significado especial cuando se popularizan en los medios y se convierten en parte de los dogmas propios de una sociedad. Por eso es importante saber detectarlas y combatirlas.

Los 10 tipos de falacias lógicas y argumentativas

Las falacias, esas brechas lógicas que invalidan los argumentos, no siempre son fáciles de detectar.

Mientras que algunas se identifican como inconsistencias evidentes, otras son más sutiles y pueden colarse en conversaciones cotidianas sin ser detectadas. Tener una comprensión de estas falacias lógicas y argumentativas puede ayudarnos a analizar con mayor confianza los argumentos y las afirmaciones en las que participamos a diario.

A continuación te presento una lista de las 10 falacias lógicas y argumentativas más comunes.

1. Falacia “ad hominem”

Los ataques personales son contrarios a los argumentos racionales. En lógica y retórica, un ataque personal se llama “ad hominem”, que en latín significa “contra el hombre”. En lugar de avanzar en un buen razonamiento, una falacia ad hominem reemplaza la argumentación lógica con un lenguaje ofensivo no relacionado con la verdad del asunto.

Más específicamente, es una falacia de relevancia en la que alguien rechaza o critica la opinión de otra persona sobre la base de características personales, sus antecedentes, su apariencia física u otras características irrelevantes para el argumento en cuestión. Un ejemplo de esta falacia: “Como Antonio no es mujer, no puede opinar de feminismo”.

2. Falacia del hombre de paja

La falacia del hombre de paja consiste en atacar una posición lógica y argumentativa que el contrincante realmente no tiene.

Es una forma sencilla de hacer creer que la posición de uno parezca más fuerte de lo que es. Usando esta falacia, los puntos de vista del oponente se caracterizan como absurdos y poco fiables; en comparación, la propia posición se ve como más verídica, seria y fiable.

Ejemplo: Pedro: “Creo que deberíamos remodelar nuestra página web”. Antonio, responde: “Ya, claro, ¿estás diciendo que nuestro trabajo en el departamento de diseño interno no vale nada y que tenemos que derrochar el dinero en otro departamento externo?”.

3. Falacia de la apelación a la autoridad

Esta falacia argumentativa, también denominada “ad verecundiam”, ocurre cuando hacemos mal uso de una autoridad.

Este mal uso de la autoridad puede ocurrir de varias maneras. por ejemplo: podemos citar solo a las autoridades, alejándonos convenientemente de otras pruebas comprobables y concretas como si la opinión de los expertos fuera siempre correcta; o podemos citar autoridades irrelevantes, autoridades pobres o autoridades falsas.

Por ejemplo, cuando alguien dice: "compro ropa deportiva en esta tienda porque este famoso dice que es el mejor". El famoso en cuestión puede ser un portavoz, pero eso no lo convierte en una autoridad relevante cuando se trata de ropa deportiva. Por lo tanto, esta argumentación se convierte en falacia de apelación a la autoridad.

4. Falacia de la falsa equivalencia

La falacia de la falsa equivalencia o de la ambigüedad se da cuando una palabra, una frase o una oración se usa deliberadamente para confundir, engañar o inducir a error al sonar como si dijera una cosa pero en realidad dice otra. A menudo, este engaño aparece en forma de eufemismos, reemplazando las palabras desagradables con una terminología más atractiva.

Por ejemplo, un eufemismo podría estar reemplazando "mentir" con la frase "licencia creativa", o reemplazar "mi pasado criminal" con “mis indiscreciones juveniles" o “crisis económica” por “desaceleración”.

5. Falacia populista

Esta falacia, también denominada argumento “ad populum”, supone que algo es cierto (o correcto o bueno) porque otras personas están de acuerdo con la persona que lo afirma; esto es, se acepta algo que se dice porque es popular. Esta falacia argumentativa es común entre los anunciantes, por ejemplo.

Muchas empresas basan sus anuncios en frases que utilizan esta falacia, asegurando que si muchas personas han utilizado sus productos es porque son los mejores (también millones de personas consumen tabaco y no es algo bueno, de ahí la falacia).

6. Falacia del costo hundido

A veces invertimos tanto en un proyecto que somos reacios a abandonarlo, incluso cuando resulta infructuoso y fútil.

Es natural y generalmente no es una falacia querer continuar con algo que consideramos importante; sin embargo, este tipo de pensamiento se convierte en una falacia cuando comenzamos a pensar que deberíamos continuar con una tarea o proyecto debido a todo lo que hemos puesto en él, sin tener en cuenta los costos futuros en los que probablemente incurramos al hacerlo.

Todos somos susceptibles a este comportamiento anómalo cuando anhelamos esa sensación de finalización o una sensación de logro, o estamos demasiado cómodos o demasiado familiarizados con este proyecto difícil de manejar. Y ocurre con demasiada frecuencia en aspectos tan relevantes como el matrimonio o los negocios, por eso es importante saber detectarlo a tiempo.

7. Falacia circular

La falacia o argumentación circular ocurre el argumento de una persona simplemente repite lo que ya asumió de antemano y no llega a ninguna nueva conclusión. Los argumentos circulares también se llaman “petitio principii” o petición de principio, y se producen cuando la proposición que ha de ser probada se incluye de forma implícita o explícita en las premisas (las afirmaciones que sirven para probar la conclusión posterior).

Se puede reconocer un argumento circular cuando la conclusión también aparece como una de las premisas en el argumento. Por ejemplo, si alguien dice: “Lo que hay escrito en La Biblia es verdadero”, y defiende su postura diciendo: “Porque lo dice la propia Biblia”, estaría incurriendo en una evidente falacia circular.

8. Falacia de la generalización apresurada

Una generalización apresurada es una declaración general sin evidencia suficiente para respaldarla. Ésta se produce a partir de la prisa por llegar a una conclusión, lo que lleva a la persona que argumenta a cometer algún tipo de suposición ilógica o a emitir estereotipos, conclusiones injustificadas o exageraciones.

Normalmente, solemos generalizar al hablar, y es una parte necesaria y natural del acto comunicativo y el lenguaje. No hay una regla establecida para lo que constituye evidencia "suficiente". En algunos casos, podría ser posible encontrar una comparación razonable y demostrar que la afirmación es verdadera o falsa. Pero en otros casos, no hay una manera clara de respaldar el reclamo sin recurrir a conjeturas.

Con todo, una forma sencilla de evitar generalizaciones apresuradas es añadir calificadores como "a veces", "tal vez" o "a menudo". Cuando no nos protegemos contra la generalización apresurada corremos el riesgo de caer en estereotipos, y de verter afirmaciones sexistas o racistas, por ejemplo.

9. Falacia del falso dilema

Esta falacia argumentativa ocurre cuando fallamos al limitar las opciones a únicamente dos, cuando de hecho hay más opciones para elegir. A veces las opciones son entre una cosa, la otra, o ambas cosas juntas (no se excluyen entre sí). Y a veces hay una amplia gama de opciones.

Los argumentos basados en el falso dilema son solo falaces cuando, de hecho, hay más opciones que las establecidas. Sin embargo, no es una falacia si realmente solo hay dos opciones.

Por ejemplo, cuando decimos "O The Beatles son la mejor banda de todos los tiempos, o no lo son". Este sería un verdadero dilema, ya que en realidad solo hay dos opciones: lo son, o no lo son. Sin embargo, sería un falso dilema decir: "Solo hay dos tipos de personas en el mundo: personas que aman a The Beatles y personas que odian la música", ya que habrá algunas personas que serán indiferentes a su música y otras a las que les podrá gustar o no, pero sin tanta intensidad.

10. Falacia de la correlación y la causalidad

La falacia causal se refiere a cualquier fallo lógico que se produce al identificar una causa; es decir, cuando se concluye acerca de una causa sin evidencia suficiente para hacerlo.

Por ejemplo, si alguien dice: “Dado que sus padres le llamaron Jesús, deben ser religiosos cristianos”. En este caso, aunque es posible que sea cierto y sean religiosos, el nombre por sí solo no es evidencia suficiente para llegar a esa conclusión.

Otra falacia causal es la falacia “post hoc”, la abreviatura de “post hoc ergo propter hoc” ("después de esto, por lo tanto debido a esto"). Esta falacia ocurre cuando confundes algo con la causa solo porque vino primero. El hecho de que algo haya sucedido antes no significa que haya causado eso.

Esta falacia además suele ser la responsable de muchas supersticiones y falsas creencias. Todos sabemos que el resfriado común dura unos 7 días. Pues bien, si alguien se toma una pastilla de homeopatía (que no tiene ningún efecto más allá del placebo) cuando le viene el resfriado y se cura pasada una semana, pensará que ha sido la pastilla la que le ha curado, cuando en realidad lo único que ha sucedido es que han pasado los 7 días de rigor para que la persona vuelva a estar sana de nuevo.

 

Referencias bibliográficas

·         Gutiérrez, G. A. (2000). Introducción a la lógica. Pearson Educación.

·         Johnson, R. H. (2012). Manifest rationality: A pragmatic theory of argument. Routledge.

·         Lekuona Ruiz de Luzuriaga, K. (2013). Lógica formal e informal: falacias y falsos argumentos (unidad didáctica).

martes, 12 de enero de 2021

Las enfermedades se dan un respiro

 

Pues lo que es, pareciera que a los centros hospitalarios no acuda nadie más que no sea por kobyd (ya tu sabes el nombre), sector salud dejo de programar cirugías con ese pretexto y entonces pareciera que nadie se ha enfermado de otra cosa, adios enfermedades: 

Adiós diabetes, adiós enfermedades cerebrovasculares, adiós influencia y neumonías, adiós enfermedades del hígado, adiós enfermedad pulmonar obstructiva crónica y adiós insuficiencia renal, adiós tumores cancerígenos. Todo es kobyd 1, 2 y las variaciones que se acumulen. Bien?? Pues No!! Las cifras están manipuladas para mostrar lo que “alguien” quiere que tu creas al ver estadísticas truqueadas e información faltante. La gran fotografía The big picture no es la que te están enseñando, ya ha pasado un año y ya podemos hacer un modelo a partir de los números y todo, aún las cifras oficiales no son claras ante la enfermedad de la década, superando a la (H)one(N)one, quien entendió entendió

Pero aun con todo dejemos a los números hablan por sí mismos: la población mexicana es de 127, 000,000 y en doce meses se han enfermado 1, 547,594. Si congelamos esa población, sin decesos ni nacimientos necesitamos 82 años para que todos se enfermen. Ahora bien, decesos tenemos 134,662 de 1, 547,594 enfermos representan el .087% de los  infectados. Para cuando toda la población se infecte habrá 11, 049,000 decesos a lo largo de 82 años 134,000 muertes al año por que hay una tasa de .1049% de morir por causa del kobyd. En fin que aún cayendo enfermos tenemos el 99.9% de probabilidad de sanar, de salir adelante y seguir con nuestra vida de excesos hasta la proxima enfermedad.

veamos los nuemros oficiales del INEGI

 En el 2018 murieron 722,611 personas, el 88.4% = 638,788 personas, se debido a problemas de salud; en 2019 murieron 747,784 personas y el 88.8% = 663,902 personas están relacionadas a problemas de la salud (anexo las tablas). Siguiendo esa tasa de crecimiento correspondería a 2020 la cantidad de 689,016 defunciones (dato que aún no encuentro en INEGI) y para 2021 un estimado de 714,130 (mi dato todo conservador, ya veremos!!)

Consideremos que algunos rubros disminuyeron, como accidentes u homicidios por el cambio de rutinas debido al encierro, pero las causas de mayor incidencia son enfermedades del corazón, la diabetes mellitus y los tumores malignos y hoy día estas se han visto desatendidas por los centros de salud que se han colocado a caza del maligno Kobyd.

 Solo las enfermedades del corazón representaron 149, 368 y 156,041 víctimas en 2018 y 2019 respectivamente, es decir que superaron a los 134,662 de Kobyd y no veo una gran campaña para atenuar el número de muertes por ese rubro. Este 2020 fueron 162,714 pero mucho fueron atribuidos al kobyd, el próximo año serán 169,387 personas y muchos de ellos irán a la cuenta del mismo, a los noticieros, a los panfletos de lávate las manos y cuídate y cúbrete y no salgas.




Fuentes:

https://elpolitologomx.com/2020/11/02/inegi-principales-causas-de-muerte-2020/

https://www.inegi.org.mx/contenidos/programas/mortalidad/doc/defunciones_registradas_2019_nota_tecnica.pdf

https://www.inegi.org.mx/contenidos/saladeprensa/boletines/2019/EstSociodemo/DefuncionesRegistradas2019.pdf