Los expertos en obesidad
están equivocados
Hay
una idea fundamental en lo tocante al peso y la obesidad: se nos dice que
engordamos porque ingerimos más calorías de las que quemamos. Es la hipótesis
de la GULA y la PEREZA: comemos demasiado y hacemos muy poco ejercicio. Esto
suena lógico y parece innegable, pero en realidad es una tontería porque no nos
dice NADA relevante acerca de por qué engordamos. Si subo mucho de peso, es
obvio que debo haber comido en exceso. Pero, ¿Por qué comí más de la cuenta?
Bueno, ésa es una pregunta que no puedo
responder, no con la teoría sobre el aumento de peso basada en la entrada y salida
de calorías.
Algunas
personas reaccionan ante lo que planteo como si estuviera cuestionando las
leyes de la termodinámica. No las pongo en duda; solo digo que son
irrelevantes. Si estas engordando, es que estas ingiriendo más calorías de las
que quemas. Está bien, pero, ¿Por qué? hay una hipótesis alternativa muy
sencilla: no engordamos por comer en exceso; comemos demasiado porque la manera
en que se regula nuestro tejido adiposo ha sufrido un trastorno.
Las dietas no funcionan
En
los últimos 40 años, los estudios han mostrado que reducir la ingestión de
calorías no tiene un efecto clínicamente significativo. Los expertos afirman
que la gula y la pereza son los culpables del aumento de peso, pero también
dicen que ninguna dieta funciona, así que se dedican a crear fármacos anti
obesidad para ganar millones.
No debe de sorprendernos que las dietas no
funcionen. Las personas obesas se pasan la vida tratando de comer menos.
Algunas se dan por vencidas y piensan: esto no tiene remedio, así que voy a
pasármela bien. Lo cierto es que, en la mayoría de los casos, se puede definir
a una persona obesa como alguien a quien comer menos no le sirvió. Entonces, si
un médico te dice que comas menos, ¿Qué beneficios puede aportarte?
Si
ingieres menos calorías tendrás hambre todo el tiempo. Es un hecho. Pero lo que
también sucede es que ajustas tu gasto de energía a esa reducción. Estudios
importantes indican que si se reduce la ingestión de calorías, las células
queman menos energía. Por esta razón los investigadores de la obesidad, cuando
deciden ser honestos, reconocen que reducir calorías no sirve.
Es imposible contar calorías
Las
autoridades de salud pública nos exhortan a practicar el “equilibrio de
energía”, la nueva manera de decir que no debemos ingerir más calorías de las
que quemamos. Entonces ¿Qué implica el equilibrio de energía?
Si
ingieres unas 2700 calorías al día (cantidad común que se promedia a hombres y
mujeres), eso suma casi un millón de calorías al año, o 10 millones en una
década. En el transcurso de 10 años consumes unas 10 toneladas de comida, y si
aumentas nueve quilos de peso cada década, pasaras de ser delgado a los 25 años
de edad a ser obeso a los 45. ¿Cómo puedes equilibrar la entrada y salida de
calorías para no subir más de nueve kilos en 10 años? La respuesta es: no
rebasar un límite de 20 calorías al día. Si ingieres 20 calorías extras al día
y se acumulan en tu tejido adiposo, aumentaras nueve kilos cada década.
Lo
cierto es que nadie puede equilibrar la entrada y salida de calorías con tanta
precisión. Veinte calorías equivalen a un trozo de hamburguesa, a un par de
tragos de coca-cola o, incluso, a unos cuantos mordiscos de manzana. No importa
lo bueno que seas contando calorías: no podrás hacerlo. Entonces, si practicar
el equilibrio de energía realmente es la manera de evitar la obesidad, ¿Por qué no
todos estamos obesos?
El ejercicio no te mantendrá
delgado
Los
expertos en nutrición están tan interesados en hacernos bajar de peso mediante
ejercicio, que olvidan el hecho de que cuanta más energía gastamos, más hambre
nos da. Imagina que te invito a cenar a mi casa, y que hago que un chef,
un repostero y un carnicero gourmet
preparen un apetitoso menú de 12 platos.
Dos
cosas que probablemente harías antes de ir a mi casa serian no almorzar nada y
ejercitarte un poco. Incluso podrías pensar: vive a dos kilómetros de mi casa,
así que me iré caminando. Cuando llegue, ya tendrá hambre, ¿cierto? La ironía
es que las dos cosas que se recomiendan para bajar de peso, comer menos y hacer
más ejercicio, son justo las que de forma natural nos abren el apetito.
Si
analizamos los datos de los estudios sobre la obesidad y ejercicio. Veremos que
no existen pruebas convincentes de que el ejercicio tenga algún efecto sobre el
peso. De acuerdo con las directrices del
Colegio Estadounidense de Medicina
Deportiva y de la Asociación
Estadounidense de Cardiología, es razonable suponer que, si haces más
ejercicio, tendrás menos probabilidades de subir de peso con el tiempo. No
obstante, esas mismas directrices indican que, hasta el momento, los datos para
sustentar esta hipótesis no son del todo convincentes. La hipótesis tiene 100
años, así que, si los datos aún no son convincentes, podemos estar casi seguros
de que es incorrecta.
Sin embargo existe una
manera de bajar de peso
Nuestras
madres crecieron con la convicción de que los carbohidratos y los almidones
refinados (pastas, papas, pan, dulces, arroz y maíz) engordan. Y así es: estos
alimentos nos hacen subir de peso. Los dulces tal vez sean los menos peores,
junto con las combinaciones de azúcar y agua, desde jugos de fruta hasta
refrescos de cola. La razón es que los carbohidratos refinados elevan el nivel
de insulina.
Desde
principios de los años 60s, los científicos saben que la insulina es la
principal hormona reguladora del tejido adiposo. Esto no es un motivo de
controversia. Si buscas en los libros de texto de endocrinología por qué
engordan las células adiposas, encontraras que la insulina provoca eso de
diferentes maneras, si después indagas sobre el tema de la obesidad,
encontraras que las personas engordan porque comen demasiado y hacen muy poco
ejercicio. Hay una desconexión total entre la ciencia básica y las causas de la
obesidad humana.
Los
investigadores deben tener mayor atención al control y regulación hormonal y la
regulación enzimática del tejido adiposo.
Es necesario comer alimentos
que mantengan bajo el nivel de insulina
Tendemos
a pensar en nuestras células adiposas como una cuenta bancaria, donde el
organismo deposita el exceso de calorías en forma de ácidos grasos, que no
usamos hasta que nos estamos muriendo de hambre. Pero el tejido adiposo más
bien se parece a una billetera, y cada comida es como ir a un cajero automático.
Sabemos cómo usar esta máquina, y una vez que guardamos el dinero en efectivo
en la billetera, lo gastamos poco a poco; cuando baja mucho, volvemos al
cajero. Sin embargo, la insulina bloquea el dinero de la billetera, así que
tenemos que ir otra vez al cajero. Las células adiposas se van poniendo cada
vez más gordas, pero no podemos llegar hasta los ácidos grasos depositados en
ellas. Entonces nos da hambre y volvemos a comer.
Si te resulta muy difícil bajar
de peso, no es culpa tuya
En
los últimos 40 y 50 años, la investigación sobre la obesidad ha sido básicamente
un intento de explicar –de manera velada- por qué las personas obesas no tienen
la rectitud moral de las personas delgadas. Esto es sumamente dañino e
imperdonable, pero sigue siendo lo aceptado por al sociedad. Muchísimos médicos
se niegan a atender pacientes obesos porque piensan que eso significa lidiar
con personas que sencillamente no les importa hacer lo que ellos recomiendan:
comer con moderación y hacer ejercicio.
Cuando
voy por la calle y veo una persona obesa, lo único que pienso es que tiene un
trastorno hormonal.
No
toda la gente engorda por comer carbohidratos; el aumento de peso tiene que ver
con la sensibilidad de las células a la insulina y, específicamente, con la
sensibilidad de las células adiposas en comparación con la de las células musculares.
Sin embargo, un enorme porcentaje de personas obesas subieron de peso debido a los
carbohidratos de su dieta. Si has sido gordo mucho tiempo, reducir el consumo
de carbohidratos tal vez no te haga esbelto, pero te ayudará a adelgazar hasta
donde sea posible.
¿Cabe
hacer advertencias? Sí. Algunas personas se sienten faltas de energía mientras
su cuerpo se ajusta a esta forma de comer y es por eso que es necesario contar
con la asesoría médica profesional que nos ayude a pasar por este trance de la
mejor manera.
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